Montevideo. Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, y Álvaro Delgado, del aspirante oficialista Partido Nacional, se disputan hoy la presidencia de Uruguay en una segunda vuelta en la que parten prácticamente de empate técnico, según las encuestas de intención de voto, luego de haber sido las dos opciones más votadas en la primera vuelta de las presidenciales del pasado 27 de octubre. En aquellos comicios, el frenteamplista Orsi cosechó 43.85 por ciento de los votos frente a 26.82 obtenido por el candidato de los blancos.
Según las principales encuestas, la fórmula presidencial de Orsi y su aspirante a vicepresidenta, Carolina Cosse, cuenta con cerca de 48 por ciento de intención de voto, mientras Delgado y su candidata a número dos, Valeria Ripoll, tienen el respaldo de 46 por ciento de los electores. Según estos datos, el resultado lo podrían definir el 6 por ciento restante de indecisos.
La incógnita está en ver si el Partido Nacional –también conocido como Partido Blanco– es capaz de aglutinar el voto de las formaciones políticas de derecha y extrema derecha, como ya ocurrió en el pasado. En 2019, la mayoría de partidos contrarios al Frente Amplio se reunió en torno a la Coalición Republicana para evitar un gobierno de los progresistas del Frente Amplio, el movimiento político más votado como partido desde 1999, aunque sólo una vez ganó en primera vuelta, luego del azote de la crisis económica de 2002.
La primera ronda electoral se celebró en paralelo con los comicios parlamentarios, en los cuales el Frente Amplio logró la mayoría en el Senado y se quedó tan sólo a un diputado de obtener la mayoría en la Cámara Baja, donde ahora deberá lograr un pacto para conseguir el gobierno.
Orsi es dirigente del Movimiento de Participación Popular, liderado por el histórico ex presidente José Mujica, y en su campaña electoral propuso reducir el impuesto al valor agregado y aumentar las tasas sobre los grandes patrimonios: Que paguen más los que tienen más riqueza y más ingresos.
Delgado, por su parte, prometió no aumentar los impuestos, porque Uruguay ya cuenta con una elevada presión fiscal, en cambio propuso reducir el gasto público, incluido el presupuesto de salarios.
La batalla de hoy entre ambos divide también a los simpatizantes del club de futbol Peñarol, en un país donde ese deporte ocupa un lugar privilegiado.
Ambos candidatos representan dos proyectos de país radicalmente distintos pero comparten la simpatía por el club carbonero, el tercero a nivel internacional que en más ocasiones se ha adjudicado la Copa Libertadores: cinco veces.
Un jefe de Estado carbonero no ocurría en Uruguay desde hace casi 25 años, cuando Julio María Sanguinetti volvió al sillón presidencial en 1995, lugar que también asumió una década antes.
Quien quedó en medio, entre 1990 y 1995, fue el presidente Luis Lacalle Herrera, reconocido hincha del Nacional y padre del actual presidente, Luis Lacalle Pou.
**Con información de LA JORNADA
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